En las líneas que siguen voy a proponer la idea de que la dinámica del proceso político peruano ha oscilado entre dos tipos de relación entre estado y sociedad que podemos llamar caudillismo y la oligarquía. Se trata de tipos muy distintos de gobernabilidad. No obstante, lo que tienen en común, el hecho que ha permitido esta oscilación es la precariedad de la ciudadanía y la consiguiente falta de raíces de la actividad política en el mundo social. Si quisiéramos ir aún más atrás, hacia las causas de lo precario de la ciudadanía tendríamos que decir que en una sociedad tan jerarquizada y fragmentada es muy difícil que se desarrollen prácticas ciudadanas. En efecto, según Alan Badiou, la ciudadanía supone que los miembros de una sociedad se vean así mismos desde una doble perspectiva. Por un lado, como individuos particulares que están preocupados por sus intereses individuales y de grupo. Pero también, por otro lado, como miembros de una comunidad política vitalmente concernidos por el “interés generalizable”. CONTINUA
Editor del Norte