En la semana se reunirá en Copenhague, Dinamarca, la Convención sobre Cambio Climático de Naciones Unidas. El ambiente está caliente, tanto entre los bloques de negociadores oficiales, como en las organizaciones y movimientos, que por primera vez acudirán en decenas de miles al lugar de reunión. No es para menos, el cambio climático es devastador y sus efectos serán cada vez peores, informan los científicos. El tema toca puntos neurálgicos de la civilización petrolera, al mostrar que el sistema industrial del último siglo ha ido destruyendo la vida de la gente y del planeta, en forma irreparable si no lo frenamos ya. COPENHAGUE

El capital sólo puede existir como fracciones privadas de valorización. Son las empresas: centros de acumulación enfrascadas en una lucha constante para aumentar el valor de su núcleo de capital. El cambio técnico es uno de los instrumentos más importantes de esa competencia intercapitalista. Por eso el capitalismo genera continuamente innovaciones técnicas.

Pero el capitalismo también está lastrado por inercias profundas que frenan su capacidad de cambio. La razón es que una vez que se han realizado las inversiones asociadas a una trayectoria tecnológica, el capital tiene que amortizarlas y resiste los cambios con la misma tenacidad con la que antes empujaba las transformaciones. Por eso los funcionarios de las empresas transnacionales, que llevan la lógica del capital hasta en las venas, resistirán con todas sus fuerzas cualquier amenaza a su base de poder. La flexibilidad de la economía capitalista tiene límites poderosos. LA RESISTENCIA DEL CAPITAL

Representantes de todos los países del mundo se reúnen en Copenhague (Dinamarca) del 7 al 18 de diciembre en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, con el objetivo de evitar que, de aquí a 2050, la temperatura media del planeta aumente en más de dos grados. Si la Tierra fuese un balón de fútbol, el espesor de la atmósfera sería de apenas dos milímetros… Nos hemos olvidado de la increíble estrechez de la capa atmosférica y consideramos que ésta puede absorber sin límites cualquier cantidad de gases nocivos. Resultado: se ha creado, en torno al planeta, un sucio envoltorio gaseoso que captura el calor del sol y funciona como un auténtico invernadero. ULTIMATUM A LA TIERRA

“Los políticos hablan, los líderes actúan” decía el cartel en la entrada del Bella Center en Copenhague, el día en que se inauguró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Dentro del centro de conferencias, las delegaciones oficiales de 192 países y cientos de ONGs –alrededor de 15.000 personas en total- están participando de dos semanas de reuniones con el fin de lograr un acuerdo mundial para evitar el catastrófico cambio climático en el mundo. Cinco mil periodistas están cubriendo el evento. AQUI

Hoy comienza la Conferencia de Copenhague sobre el cambio climático. Su objetivo central es conseguir un nuevo compromiso mundial que permita reducir la emisión de los gases “efecto invernadero” y que provocan el calentamiento global. Como se sabe en el 2012 se termina el Protocolo de Kyoto que se firmó en 1997 y cuya meta era que, en el 2010, se reduzcan las emisiones al mismo nivel que tenían en 1990. LEJOS DEL FINAL DEL CAMINO

El lunes último, 56 diarios de 45 países escritos en 20 idiomas, publicaron, por primera vez en los anales del periodismo, un mismo editorial. “Catorce días para sellar el juicio de la historia sobre esta generación”, lo tituló el londinense The Guardian, autor de la iniciativa y del borrador original.

El texto habla de los graves daños y amenazas que pesan sobre la especie humana. Se dirigía a los asistentes a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se inauguró ese día en Copenhague, Dinamarca, y que durante dos semanas discutirá el problema. SE ACABO EL TIEMPO

Editor del Norte